29 de abril de 2010

Encerrona a doña Endrina

Manuscrito del Libro de Buen Amor, en la Biblioteca Nacional


Después fue de Santiago otro día seguiente,
a hora de medio día, cuando yanta la gente,
vino doña Endrina con la mi vieja sabiente,
entró con ella en su tienda bien sosegamente.

Como lo mi vejesuela me avia aperçebido,
non me detove mucho, para allá fui luego ido;
fallé la puerta çerrada, mas la vieja bien me vido,
"¡Yuy!", dis', "¿qué es aquello, qué fas' aquel roido;

es omen, o es viento? Creo que es omen, non miento,
vedes, vedes, cómo otea el pecado carboniento:
es aquél, non es aquél e me semeja, yo lo siento
a la fe, aquél es don Melón, yo lo conosco, yo lo viento."

[...] "¡Señora doña Endrina, vos la mi enamorada!
Vieja, ¿por eso teníades a mí la puerta çerrada?
Tan buen día es hoy éste que fallé a tal çelada,
Dios et mi buena ventura me la tovieron guardada".


En el Instituto Cervantes virtual podemos leer el texto original del Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que corresponde a las lecturas obligatorias de 1º Bachillerato. En este fragmento, Don Melón acude a casa de Trotaconventos, tras haberlo pactado previamente. Es una encerrona para doña Endrina, que ha ido allí de visita, y se ve forzada a encontrarse con él. Finalmente, Endrina reconoce su amor, algo que hasta este momento había evitado.

Trotaconventos y su descendiente Celestina darán su nombre a estas ancianas "parleras", alcahuetas que arreglan noviazgos y matrimonios o, en una versión más marginal, ejercen como protectoras de una familia de prostitutas.

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