29 de abril de 2010

Salicio abandonado por Galatea



Retrato de Garcilaso de La Vega





Tu dulce habla, ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos, ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe, ¿dó la pusiste?
¿Cuál es el cuello que, como en cadena,
de tus hermosos brazos anudaste?
No hay corazón que baste,
aunque fuese de piedra,
viendo mi amada hiedra,
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no se esté con llanto deshaciendo
hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Muy interesante el análisis de Luis Quintera Tejera de la Égloga I, de Garcilaso de La Vega. No contiene la sección dedicada a Nemoroso; sólo las estrofas del llanto de Salicio.

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